De recortar el tumultoso albedrío,
sobrio sobre los pies,
mareado en todas partes.
No la ve, no recuerda.
La barba maligna del creador,
cual león epicéntrico
conlleva al atardecer;
crece con la luna, se apaga en los ocho.
Mareado, confundido por ser menester
cómo es que las aguas son rosadas
y no cuadradas.
Débil y burdo intento por recorrer la marchas,
cual caballero armado
viaja venciendo maderos invisibles,
coordinando el cuerpo deforme de su mentor.
Confiar en el canto de las plagas:
"ruiseñor, ruiseñor, hoy comienza
el gato de la duda, diez y ocho trece cuatro."
Nunca fomenta.
Recoveco argonauta,
tu sueño viaja calmando el horizonte,
y la cresta de los matutinos, ¡que se calma la tardanza!
¡María no lo representó! ¡Tu suegro no comió!
Cazó sollozos
y recordó la par de su capítulo,
revolvió la matanza resurgida
y palideció como ocho gatos.
martes, 26 de enero de 2010
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