martes, 26 de enero de 2010

Invisibles

De recortar el tumultoso albedrío,
sobrio sobre los pies,
mareado en todas partes.
No la ve, no recuerda.

La barba maligna del creador,
cual león epicéntrico
conlleva al atardecer;
crece con la luna, se apaga en los ocho.

Mareado, confundido por ser menester
cómo es que las aguas son rosadas
y no cuadradas.

Débil y burdo intento por recorrer la marchas,
cual caballero armado
viaja venciendo maderos invisibles,
coordinando el cuerpo deforme de su mentor.

Confiar en el canto de las plagas:
"ruiseñor, ruiseñor, hoy comienza
el gato de la duda, diez y ocho trece cuatro."
Nunca fomenta.

Recoveco argonauta,
tu sueño viaja calmando el horizonte,
y la cresta de los matutinos, ¡que se calma la tardanza!
¡María no lo representó! ¡Tu suegro no comió!

Cazó sollozos
y recordó la par de su capítulo,
revolvió la matanza resurgida
y palideció como ocho gatos.

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