domingo, 20 de diciembre de 2009

El Sur

Hemisferios, momentos que divagan; tu padre reza a nuestro dios, y ni aún así podría obtener los frutos de su cosecha; recolecta aventura, recolecta experiencias, pero nunca llegará a lo que tanto ha soñado. Toda una eternidad ha sido así.
Las fantasías, intuye, son al final sólo fantasías, sin importar quién haya parido a quién. Si nuestra diosa dio a luz a tu dios, si el lenguaje que ustedes usan es robado del nuestro o si la enemistas de ambos mundos durará para siempre... eso ya no importa, la cara indescriptible del ser innombrable está presente, y nos mira con odio.
Uno a uno vamos cayendo, y antes de hacerlo yo, veo las almas de mis iguales dejar sus cuerpos; no todas son iguales, no todas pesan lo mismo; o tal vez mienta, como un juego de niños, alguno de esos en los que puedo resultar regañado o azotado por jugar.
La importancia de recordar a tu creador, la importancia de tacharlos a todos de locos y seguir tu camino; porque tú ves lo que otros no, tú no deliras ante el que no existe. Gritas, lloras y pataleas por tu humanidad, por recordar que sigues los caminos del demonio, pero lo disfrutas, conoces la verdades más allá de cualquier respuesta a medias, y no tienes que rendirle tributo a nada ni nadie. Tu recompensa es la libertas espiritual; pero tu castigo, el silencio.

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