sábado, 18 de julio de 2009

¿Así que ya no puedes sentir?

Con el infortunio de que, ahora, ella no sabía absolutamente nada.
Cada pregunta, cada golpe, sólo resolvía en un balbuceo inentendible y una mirada vaga. ¿Qué no iban a salir de ésto juntos?
Sólo una vez más, sólo una vez más...

Desde ese entonces, cada plática se volvía un cúmulo de reflexiones.
Una mente débil, y miles de formas de no captar el mensaje, acompañada de momentos de depresión, y la falsa creencia de que, presionando su bolsillo un poco, iba a salir de ésto...
Pastilla, pastilla... pastilla, pastilla.
Y luego a fumar, y luego a mezclar.
Pastilla, pastilla... sábana, sábana.
Y luego, la verdad es que nunca sabía qué hacía después. Despertaba en lugares en los que él nunca recordó haber estado, y encontrar el camino a casa se volvía toda una odisea. ¿Es que es tan usual perderse en una ciudad tan pequeña?

¡Nunca, nunca, nunca! Y se repetía.
Caminó un poco, pensativo, con los ojos rojos y aún bajo los efectos de sólo-Dios-sabrá-qué-tanto-tenía-ese-polvo de ayer. Al cabo de un rato, llegó con sus viejos amigos, los de fiar.
Sacó una sábana de su cartera y se dispuso a hacer un joint con lo que había en la mesa.

"Oh, al parecer alguien trajo una pequeña nueva especie", se dijo.

Terminada la operación, caminó hacia la sala y le quitó el control del videojuego a uno de sus amigos, para batirse a duelo con los otros...

"Gané, como siempre, ¡coñooo!".

Algunos rounds y tres joints después, sólo se discutía en esa casa acerca de temas incoherentes, o de anécdotas inventadas.
Sabía que era hora de regresar a casa, y tener que lidiar con la soledad una vez más... ¿por qué un círculo tan repetitivo?

"Mañana, ¿qué día es?", le preguntó a los demás.

Se volteó, y sólo vio varios rostros demacrados, con ojos tan rojos y desorientados como los suyos.

"Mañana... güey... güey, ¿mañana qué día es?".

No hay comentarios:

Publicar un comentario